Un columpio por la tarde

Un columpio por la tarde

Nos habíamos quedado de ver en la tarde del jueves, hoy a penas es martes, nos veríamos en el parque que está cerca de mi casa, él me iba a mostrar su colección y yo la mía... sólo que yo no sabía como mostrársela, era un poco complicado para explicar qué era lo que coleccionaba, pero aún así le dije que 'yo le iba a mostrar mi colección'.

Era miércoles por la mañana, transcurría el tiempo taaan lento que comencé a ponerme nerviosa por el jueves, no podía poner atención en clase de cálculo, mi mente divagaba imaginando como sería el encuentro... nos veríamos en el parque en los columpios, él llegaría por detrás y diría "disculpe señorita, pero me parece que ésta estrella le pertenece a usted" me sonrojaría al recordar cómo había perdido esa estrella una noche de abril, sería mágico nuestro encuentro... Las clases parecían no tener fin, eran como el viento del campo.

En la tarde mi cabeza no sé donde estaba simplemente no la encontraba cuando intentaba concentrarme en algo que no fuera el jueves por la tarde... saqué varias de mis colecciones de cuando era niña las desempolvé y mientras las veía recordé cómo las había conseguido una de ellas era de piedras con formas extrañas y colores raros, había una piedra que había encontrado un día en las pirámides de Teotihuacan y tenía forma de huevo con algunas figurillas cinceladas, había piedras con formas tan extrañas y tan diferentes, recuerdo cuando me pasaba el día entero contemplándolas y haciendo clasificaciones de ellas... Otra de mis colecciones era de cartas que me habían escrito mis amigas tiempo atrás, algunas eran un poco más recientes y otras eran tan antiguas que cuando las volví a ver no las recordaba, era un buen recuerdo, una buena colección. De las mejores colecciones que tengo es la de tréboles de cuatro hojas, todos los tenía guardados en mis libros... no había más de uno por cada libro. Recordando mis colecciones pasó el tiempo y la noche llegó.

Tenía insomnio por la impaciencia del siguiente día, del encuentro y del intercambio... era genial pensar que faltaba tan poco tiempo para ello. Soñé con la colección que le mostraría, era mi mejor colección, sólo esperaba que le gustara. Quizá hasta la podría hacer más grande mañana, antes de enseñársela. Soñé que soñaba que todo era un sueño, que nunca había sucedido nada, ni las conversaciones que habíamos tenido, ni los encuentros anteriores...

En la mañana del jueves desperté antes de que mi alarma sonara, la impaciencia me carcomía los nervios, no podía esperar más, sólo quería que la mañana se pasara tan rápido como un segundo y la tarde en el parque, el encuentro tan esperado llegara. En la escuela de nuevo, no podía concentrarme, era aún más difícil, cómo no lo sería, si era hoy, en unas pocas horas...

Comí tan rápido que me dolió la cabeza, pero un segundo más que esperara iba a provocar que rompiera en desesperación. Tan pronto fueron las cuatro de la tarde y tomé mi morral, y salí corriendo tan rápido que casi olvidaba las llaves. Llegué al parque, que estaba verde por las lluvias recientes que habían habido fuera de la temporada, corrí al columpio y con mi morral aparte el de mi izquierda, ése sería para él.

Los minutos pasaban y el viento soplaba, con su frescura de verano... qué delicia era sentirlo rozando tu cara y acariciando tu cabello, podía pasar mi vida entera allí, ahora tan tranquila y con la mente despejada. Ya eran las cuatro y media y aún no llegaba... temía que se hubiera arrepentido, o que le hubiera pasado algo en el camino, o peor aún que nunca hubiera existido realmente, que todo fuera producto de mi mente, de mi gran imaginación...

De repente el viento cambió y con él un sonido llegó... era el sonido del pasto húmedo cuando alguien descalzo camina sobre el. No le dí mucha importancia pues había una pareja de ancianos en el parque, pero pronto sentí una sensación de ser observada desde un ángulo que yo no podía visualizar, comencé a voltear a mi alrededor para intentar detectar esa presencia. Luego decidí calmarme y no ponerme paranoica, al fin y al cabo, yo sabía que él llegaría, lo presentía... Un susurro a mi izquierda, un aliento sobre mi hombro, mi corazón se sobresaltó al saber que él había llegado, y depositando un tierno beso sobre mi mejilla, me robó el aliento, luego de colocarse frente a mí me dijo "disculpe señorita, pero me parece que ésta estrella le pertenece a usted" tal como yo lo había imaginado, era una ilusión hecha realidad.

Sentados en los columpios, platicando de nuestra semana, y riendo del tiempo. Sacó de repente un gran álbum de fotografías y lo acerco a mis manos, yo lo tomé y lo abrí... era lo que siempre había querido hacer, era mi colección platónica, eran fotos de vagabundos, eran impresionantes, había tantos y tan diferentes, unos estaban dormidos, uno escribiendo, uno paseando por las calles de la ciudad, eran todos tan... curiosamente hermosos por el simple hecho de ser vagabundos. Lo miré a los ojos y le dije "espero te guste mi colección tanto como la tuya me fascinó a mí, es algo diferente pues no es tan física como la tuya pero siempre se puede aumentar, es una colección de sonrisas de desconocidos y de muecas, las consigo cada vez que sostengo la mirada con algún desconocido, y luego le saco la lengua, deberías de ver las expresiones tan diferentes que se pueden coleccionar... hay señoras amargadas, otras que se enojan, otras que parecían estar tan estresadas y que luego se relajan tanto con esa sonrisa de 'gracias por hacerme olvidarlo', hay pocas personas que te devuelven el gesto, muy pocas diría yo, y son las que más atesoro, son las más valiosas de mi colección, también hay otras personas que se sacan de onda y luego se ríen, esas son las más comunes... "Y qué dices, ¿te gustó mi colección?".

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Nos despedimos y quedamos de ir juntos el fin de semana siguiente a ampliar nuestras colecciones...

Y pensar que en verdad le encantó mi colección tanto como a mi la suya...