Soy el futuro de mi pasado, el pasado de mi futuro, la viva esencia de mi presente...

miércoles, 3 de febrero de 2010

Sin Elocuencia

Tristes son las horas que en el aire no hay lágrimas dulces.
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Un vacío que no acecha, pero que no llena.
La lluvia continuaba y un rayo entregando su energía mató al árbol que en su esplendor se sostenía. El cuervo voló y a un nido llegó, sin ser cruel como el cuadro parecía, devoró a las crías que en el nido yacían, y no faltó el llanto del padre, pues en su viaje se detuvo en un árbol.

Dos velas encendidas, que no iluminan el rostro.
Y las flores púrpuras en mi jardín crecían, mientras las abejas su néctar recolectando estaban. Cierto fue el día en que la mariposa nació y su mirada turbia se volvió, alejando pensamientos de oruga y despertando de un sueño de días. Púrpuras relucían en tu jarrón, tan muertas como el cadáver en un ataúd.

Tres psicodélicas sensaciones, dejando un mareo continuo.
Arrastrando los pies como lo haría una serpiente, se dirigió a un túnel que en su grisáceo concreto se reproducían los indigentes y lombrices, levantó su cabeza y el pesado rayo de sol atravesó su pulmón, pronunció sus primeras palabras para luego caer en un vacío incesante.

Cuatro cartas en un sobre y un cerillo en mi mano.
La memoria se consume con la mirada, y tirando las cenizas al viento para que sean atropelladas por la lluvia. Esperando que en un libro nunca se olviden, y en una foto sus rostros no se borren. La memoria con su lugar tan abstracto como el alma, derramé la tinta que en mis manos nunca tuve. Siempre fue la culpa que se mató a ella misma.

Cinco anillos que en mis dedos no estarán.
Las luces de una ciudad pretenden alejar la obscuridad, haciendo que los rincones sin luz se vean aún más obscuros de los que realmente son. El miedo lo perseguía y ella lo veía, lo analizaba y se sentaba. Qué podría pasar en una ciudad sin luz, las miradas ciegas y acciones con sentido y dirección.

Seis estrellas puedo ver, pero ellas a mí no.
Los deseos que un corazón anhela se quedan en las estrellas hasta ser recogidos por la decisión. Y es que nunca quise morir esa noche, los cuervos me observaban, siempre quise volar como uno. No entiendo por qué fue esa noche en la que morí, me hubiera gustado morir un día antes, y regresar a ese lugar del que no tengo recuerdos.

Siete sentencias en mi juicio hubo.
El espejo en mi cama se encontraba, lo miraba y el reflejo se esfumaba. Era extraño pensar que la lluvia no mojaba y que una bala no mataba, y las sangre no era roja mientras que los órganos de tu cuerpo volaban, era extraño pensar que sólo era un video juego. Sin aliento llegó y se cayó, jadeando para recuperar su historia.

Ocho canciones que no inspiran.
El camino seguía y las personas y edificios borrosos se volvía, como si estuvieran siendo absorbidos por un vórtice que intentaba alcanzar al camión. Las personas me veían sin verme, era como si sus miradas se dirigieran de aquí hacia allá sin detenerse a observar. Nada era relevante, nada es relevante a los ojos de esos seres. El camino parecía alejarme de mi parada inicial. Temí perderme por segundo y medio, pero la libreta en mis manos me recordó que me dirigía a otro lugar y que quizá regresaría a mi parada.

Nueve delirios que no llegaron al cor...n
Atada a esta silla me encuentro y sin una idea de como escapar. Las vendas en mis oídos ya no están, ahora puedo actuar. Pero esta cadena me tiene atada a la silla y no recuerdo que alguien me haya atado, no puedo ser sonámbula, no quiero. Los letreros de sangre en la pared parecen ser tan viejos como su tristeza.

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