Recuerdos que se escurren...
El sillón volteó a verlay el espejo susurró su nombre.
La distancia de los recuerdos,
hace al tiempo más lento.
El viento corriendo por las copas de los árboles...
el agua se resbalaba por su espalda.
Alguien se enteró, ¡Fisgón!
las vocecillas se alborotaron.
Las canciones de los recuerdos
se cansaban, desfilando al precipicio
las imágenes ya no sabían igual
y las cartas empolvándose en el armario.
La llave giraba dentro de ella,
podía notar como se escurría,
el sabor del metal durmió junto a ella.
La puerta no podía abrirse ahora.
Las olas alborotando la arena de la playa...
dispersos y ahogados en el tiempo.
El calor del sol detrás de cada nube,
los monstruos del balcón se asomaban.
Las estrellas de aquellas noches
nunca fueron tan locas como el recuerdo,
sólo el reflejo despidió el aroma
y su rostro palidecía con cada suspiro.
El dulce aroma de libros nuevos,
hacían que ella soñara las historias.
La fruta nunca pereció en aquel lugar,
presintiendo que el pasado se escurría.
Las semillas se elevaron con el viento de primavera, para pronto caer en su jardín...
El tiempo decidió cooperar con ella,
los recortes de papel sobre sus sábanas.
Los rumores que corrían en el pasillo,
se deslizaban... la verdad se escondía.
Las palabras de un niño saltaron,
nadie más se acercó al jardín.
La tarde se convertía en noche,
los gusanos se comían las horas.
Desliz de las libélulas sobre las purpúreas florecillas...