Otorgar sin Pedir

Otorgar sin pedir

Su mirada inquisidora hizo que mis nervios colapsaran en un estremecimiento que recorrió mi columna vertebral. Escrutaba mi mente sin obstáculo alguno, no podía detenerla, podía sentir como abría cada puerta, y vaciaba su contenido con furia y desesperación, intentando encontrar la información que era de vital importancia para ella.

En cambio para mí solamente era un dato más en mi base, simplemente no era relevante para mi sobre vivencia, pude habérselo dicho pero nunca lo preguntó y bueno a decir verdad, no se lo hubiera dado pues en realidad no estoy segura de qué fuera lo que ella buscaba, sólo sabía que era un dato que me habían otorgado sin haberlo pedido.

Mi compañero yacía en el piso, bañado en su propia sangre. Había muerto desangrado, le habían hecho un fino corte en la yugular, mientras me obligaban a verlo morir, él se retorcía en el suelo mientras intentaba seguir con vida. En el cuarto frío y gris, ella se paseaba con una daga en la mano, otra gota de sangre resbaló por el filo de la daga.

Detestaba que siguiera internándose en mis recuerdos, que algún tiempo atrás había enterrado en mi memoria. Por fin se detuvo y otro escalofrío me recorrió la columna. Mi cabeza me dolía demasiado como para mantener los ojos abiertos, me forcé a dejarlos abiertos por si intentaba matarme a mi también.